martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo XII- Felicidad


Todos deseamos una cosa y tenemos una única meta a lo largo de nuestras vidas: ser felices. Pero, ¿ qué es en realidad la felicidad y dónde se encuentra? Hay personas que se pasan toda la vida buscando la felicidad, cuando en realidad la llevaban dentro todo el tiempo.
 La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante como pensábamos; es saber apreciar cada pequeño detalle de la vida; es amar, reír y vivir sin límites; la felicidad es sentir la libertad en la piel; es dar o salvar una vida; es haber alcanzado una meta; es superarse a sí mismo y aprender a valorarse; es vivir por los demás antes que por ti mismo; es recordar una bonita experiencia del pasado; es estar en armonía con los tuyos, con tu familia;… Y sobre todo, es saber perdonar. 
Tal vez a veces no la puedas ver, pero siempre se encuentra en el mismo sitio, nunca se marcha, tan solo es ocultada por los problemas, por lágrimas o por dolor, pero ella nunca se va. Tras haber solucionado esos problemas, secado esas lágrimas, y haber convertido el dolor en sonrisas, entonces las verás. La felicidad esta en ti mismo, si logras encontrarla, harás feliz a muchos más. 
Busca un lugar feliz dentro de ti, y esa felicidad logrará borrar el dolor. La felicidad es interior, no exterior, no dependemos de lo que tenemos, sino de lo que somos. Muchas personas pierden las pequeñas alegrías cuando esperan la verdadera felicidad. 
Por eso, la felicidad nunca la encontrarán aquellos que no saben apreciar lo que tienen.

miércoles, 14 de agosto de 2013

"Decidió que había llegado la hora de escapar."



Libre. Esa era la palabra que ocupaba toda su mente, la que producía un terrible eco en su cabeza, la que no podía dejar de pensar en todo el día, la que siempre había soñado hacer,… Esa era la palabra que lo resumía todo. Ella, una chica normal, del montón, atrapada en aquella sociedad tan cruel que la pisaba cada día. Solo podía escapar de ella por la noche, cuando dormía, solo en sus sueños. Y nunca quería despertar, nunca, porque sabía que si despertaba, volvería a estar atrapada de nuevo en aquella terrible sociedad. Pero no podía quedarse atrapada tampoco en sus sueños. Necesitaba vivir, salir, divertirse, no tener preocupaciones, no volver a llorar nunca más por la culpa de los demás, tenía que reír, bailar, viajar, ser feliz…Necesitaba ser libre por fin.

Siempre escondía su cabeza entre sus alas cuando tenía miedo, cuando algo le salía mal, cuando tenía ganas de morir. Casi todo el día estaba acompañada por su familia, por sus compañeros de clase, por sus amigas… Pero aún así, se sentía sola. En realidad no tenía a nadie con quien poder hablar, con quien poder contarle sus penas y sus tormentos, no tenía a nadie de confianza. Para ella ya no existía la felicidad. Todas sus sonrisas eran falsas, prefería sonreír en vez de dar tantas explicaciones. Era buena persona. Había algunos que la admiraban por como era, y otros que la odiaban por el mismo motivo. Y eso le dolía. Le dolía que las personas la odiasen, la pisasen, y la insultasen por ser buena persona, por callar las cosas, por no montar peleas, por preocuparse más por los demás que de sí misma. Pero ella no cambiaba, no podía. Ella trataba a las personas como le gustaría que la tratasen a ella, a pesar de que algunos no se lo merecían. 

Pero un día, decidió que era el momento de despertar de aquella pesadilla. Decidió que había llegado la hora de escapar. Se secó aquellas lágrimas que siempre le recorrían el rostro, sacó su cabeza que se encontraba ocultada por sus alas y se puso en pie. Respiró, pensó en lo que estaba apunto de hacer, e inspiró. Por primera vez, tenía una sonrisa en la cara verdadera. Se sentía feliz, y sobre todo fuerte. Y dio un paso hacia delante, firme, valiente, segura de sí misma. Ya no le importaban las burlas; ya no le importaban los insultos, ni los rechazos, ni los malos comportamientos, ni su soledad. Ya no le importaba nada. Solo le importaba conseguir ser feliz de una vez por todas.
Para ella, había llegado el momento de ser libre.

viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo XI- Como "El País De Nunca Jamás"



Sin darnos cuenta, el tiempo pasa mucho más rápido del que nosotros creemos, solo tenemos que cerrar los ojos y abrirlos de nuevo, y todo a cambiado. Ya nada es como antes, ya nada es igual, ya nadie llega a ser como era, todo pasa… todo cambia… todos crecemos.
 De niños deseamos crecer para ser adultos, deseamos ser alguien importante en la vida; y de adultos solo queremos volver a ser niños. Siempre he querido que existiera una máquina del tiempo que nos pudiera llevar otra vez a aquellos momentos felices que vivimos de niños, para vivirlos una y otra vez. O mejor aún, siempre he querido vivir como Peter Pan, en el país de nunca jamás, donde allí nadie crece y todos son niños felices, que juegan y se divierten, que no saben lo que son los problemas, que se pasan el día soñando sin conseguir un final, que sonríen por cualquier cosa. Pero esto son solo fantasías, ya que nuestra naturaleza es crecer y convertirnos en adultos.
La mayoría de las personas no cambian con el tiempo, solamente crecen. Y ese es el problema. Creen que han cambiado porque han crecido y ha llegado el momento de cambiar y de hacerse “adultos”, donde ya no se juega, donde ya nada es divertido, donde ya nada te hace feliz Pero, aunque crezcamos, no debemos de perder nunca el niño que llevamos dentro. Puede quedarse ahí, oculto, pero sigue ahí. Y debería de salir en el momento más oportuno, por ejemplo cuando estamos deprimidos, para olvidarnos de los problemas y conseguir hacernos sonreír de nuevo, con los recuerdos más queridos de nuestra infancia. Crecer no tiene porque significar abandonar la infancia… crecer no significa abandonar lo que una vez te hizo feliz. Por mucho que crezcamos, siempre soñaremos con un mundo en el que podíamos ser felices sin preocupaciones; siempre soñaremos con ser niños de nuevo.