-Acabo de ver a la mujer más guapa del mundo. –Le dijo él
con una sonrisa de oreja a oreja.-
-Ah, ¿si?
-Sí, estás detrás de ti. Pero mírala con disimulo, que
seguramente estará harta de que todos la miren. Te aseguro que es guapísima.
–Le volvió a sonreír-
Ella se dio la vuelta poco a poco, con disimulo, tal y como
él le había dicho. Entonces, cuando se dio la vuelta del todo, pudo ver que
detrás de ella había un espejo… un espejo que la reflejaba.
-Te has equivocado, ahí no hay nadie. – Le contestó molesta-
-¿En serio no la has visto? Pues yo he visto reflejada en el
espejo a la mujer más guapa del mundo.- Sonrió-
Ella no contestaba. Respiró profundamente y le dio un sorbo
a su lata de Coca-Cola.
- No me gustan los halagos… -
Dijo finalmente- Me hacen sentir incómoda.
- ¿Por qué?
Dejó la lata sobre la mesa y lo miró fijamente a los ojos.
-
Porque sé que todos me mienten.
-
Eso no es verdad y lo sabes.- Sonrió- Sabes que yo
nunca miento.
-
No, no lo sé. No sé si mientes o no. Pero sé quien no
miente nunca: el espejo. Él no miente porque no piensa, por tanto, me dice la
verdad. Me dice la mierda que soy.
Un silencio los envolvió. Ella
cogió su lata de nuevo, y le dio un sorbo mientras una lágrima le recorría la
cara. Entonces él se levantó y se sentó junto a ella, le secó las lágrimas y le
besó la mejilla.
-
Quizás el espejo no te pueda engañar, pero tus ojos sí.
A quien verdaderamente ves cuando te miras en el espejo, es un espejismo… un
espejismo que te quiere engañar, que te quiere hundir, y que te quiere hacer
mucho daño. No dejes que ese espejismo se apodere de ti. Tú vales mucho más que
toda esa mierda, no impidas que nadie te borre esa sonrisa tan perfecta de la
cara nunca por favor.
Él la abrazó fuertemente, no
quería verla sufrir, pero ya era demasiado tarde para ambos.
-Déjame por favor- Se apartó- Tú
no sabes lo que se siente día tras día al mirarse al espejo y solo ver tus
defectos. Y no, no es un espejismo, soy yo. Esa mierda que veo soy yo, y me
duele. Me duele ver que no valgo para nada, que soy una completa inútil, que
nadie me valora lo suficiente, y que todo lo que hago está mal. La mayor parte
del tiempo estoy acompañada, pero es como si estuviera sola, porque no tengo a
nadie en quien poder confiar, contarle todos mis miedos, y desahogarme con esa
persona.- Volvió a llorar- Estoy completamente sola en este horrible mundo.
-
¿Y yo? ¿Para que estoy yo aquí si no es para hacerte
feliz?
-
Yo nunca voy a ser feliz, y menos así, con este maldito
cuerpo- Se puso las manos sobre la cabeza.-
-
¿Y piensas que una báscula va a conseguir hacerte
feliz? Pues te equivocas. Y yo pienso hacerte feliz, quieras o no. Porque la
verdadera felicidad consiste en disfrutar de los pequeños detalles del día a
día, porque nunca sabes cuando será el final. Y yo pienso estar contigo
siempre, no te pienso dejar sola. Pienso ayudarte para que te valores, y para
que veas la perfecta mujer, tanto por dentro y por fuera, que tú eres.
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