domingo, 23 de febrero de 2014

Capítulo XX- Soñar despierto



Desde pequeña he deseado que todo lo que soñaba por las noches mientras dormía se hiciera realidad. Soñar con algo que deseas, soñar con alguien a quien amas, soñar con alguien a quien extrañas, soñar con algo que quieres llegar a ser, soñar con un mundo mejor, soñar con una vida mejor, soñar con ser feliz,… todo sería mucho más fácil si nuestros sueños más profundos y deseados se hicieran realidad. Me gusta el hecho de que al menos, mientras duermo, consigo escaparme aunque sea unos minutos de esta sociedad y “vivir” en un mundo perfecto a mi medida: mis sueños. Pero no todo consiste en soñar mientras duermes, también es soñar despierto. Soñar lo que somos, soñar ser libres, soñar lo que podríamos ser,… El exceso de la realidad te cierra puertas a la fantasía, te impide soñar despierto. Además, si llenas tu mente de miedos, no dejarás sitio para los sueños.
Pero no todo es soñar… también se trata de vivir tu sueño. No puedes quedarte toda la vida esperando que pase algo extraordinario, cuando lo único extraordinario que pasa es la propia vida. Los sueños no pueden hacerse realidad ellos solo, tan solo se recrean en tu mente para que tú mismo tengas la fuerza necesaria para conseguirlos.
Piensa que lo imposible solo tarde un poco más, que puedes lograr todo lo que te propongas. Nunca te duermas sin un sueño, ni te levantes sin ningún motivo.
Los sueños no tienen límites. Si puedes pensarlo, si puedes desearlo… puedes lograrlo, porque no existen sueños imposibles, tan solo existen personas incapaces de lograrlos.
Todos tus sueños se harán realidad mientras tengas el coraje de perseguirlos. Levántate cada día con un nuevo sueño que alcanzar. Jamás le pongas un límite a tus sueños.
Algún día se harán realidad. Tan solo tienes que seguir tu camino, no rendirte, y luchar por lo que te importa. Solo recuerda eso. 
 

domingo, 2 de febrero de 2014

<< Invisible >>



Ella ya no esperaba nada de la vida. Cada vez que le pasaba una cosa buena, le ocurrían tres cosas malas. Tenía miedo de salir a la calle y de que la gente pensara mal de ella. Se sentía sola, perdida, una completa inútil que no sirve para nada. Ya no sabía que hacer, si seguir luchando o tirar la toalla. Muchas veces se encontraba rodeada de personas, pero en realidad era como si estuviera sola, porque no tenía a nadie con quien hablar, confiar ni estar verdaderamente a su lado. Solo tenía ganas de caminar lejos, de perderse, de desaparecer por completo, y de nunca, jamás en la vida, volver. Cuando quería decir algo en público, nadie le prestaba atención. Era como si fuese invisible.
 Su sonrisa era en realidad, una máscara para ocultar todo el dolor que llevaba dentro, para aparentar ser fuerte y que no le importaba nada. Pero a veces no era capaz ni de utilizar la máscara… ya era tanto dolor que no era capaz de sonreír.
Sus ojos eran un completo laberinto, donde se podía ver reflejados en ellos todas las cosas por las cuales a pasado. Estos estaban ya apagados, oscuros, sin vida.
Antes nada de esto era así. Años atrás, ella era una niña feliz, que corría, jugaba, reía, sonreír de verdad, no tenía preocupaciones ni sabía lo que era el dolor. Tan solo pensaba en disfrutar, en aprovechar cada segundo de juego y de risas, sin importarle el mañana.
Pero a la hora de crecer, su mundo de fantasía se hundió… desapareció por completo. Era como si un soplido había derrumbado su mundo de colores.
Ahora soñaba con volver a ser niña para que su mundo desapareciese y volviese su fantasía, pero ya no era posible.
Por las noches se dormía del cansancio provocado por las lágrimas, y deseaba que al día siguiente todo fuera diferente. Unas de esas noches sintió un profundo dolor en el pecho mientras dormía. En su cabeza escuchaba una extraña voz que le decía : “No te rindas. La felicidad está donde menos te los esperas. Solo tienes que mantenerte fuerte.”
La mañana siguiente despertó con una nueva y extraña sensación. Se sentía fuerte, valiente, con ganas de ser feliz. Ella quería dejarlo todo de una vez por todas, pero en lo más profundo de su corazón aún quedaban ganas de luchar.

[Cuando piensas que todo está perdido y que ya no te quedan fuerzas, respira hondo, y piensa que dentro de ti hay una parte que sigue luchando, que te impulsa a seguir adelante. Nunca te rindas. La esperanza es lo último que se pierde. Todo tiene solución en esta vida. Por muy difícil que se pongan las cosas, jamás dejes de luchar. ]