“Pues sí, ya no aguanto más. Debo decirte que te echo de
menos, y no es poco.
Solo quiero que vuelvas. Que contigo duele, pero sin ti esto
se hace imposible. Necesito que me vuelvas a abrazar, a cogerme de la mano, a
cogerme en brazos, a sonreír cuando me mirabas, a estar todos los días contigo,
a dormirme con tus ' buenos días pequeña' y despertarme con tus
'buenos días dormilona', abrazarte fuertemente y no soltarte hasta dejar tu
perfume en mí, a escuchar tu voz, a reírme por cualquier tontería que decías, a
hablar contigo todos los días, a preocuparte por mi, a no tener miedo de
perderte, a que cada día sea único e inolvidable contigo, a no dejarte escapar.
Solo quiero que todo sea como antes… Solo quiero tomar valor, acercarme a ti,
mirarte a los ojos y preguntarte: ¿Acaso tú no me extrañas como yo te extraño,
imbécil?
Pues eso, que te echo de menos, pero quizás
no te eche de menos a ti, sino a la persona que creí que eras. ¿Que no puedo
dejar de pensar ni un solo día en ti? Cierto. ¿Que todos los días sueño en que
volvemos a estar juntos? Por supuesto. ¿Qué no me di cuenta de lo que tenía
hasta que lo perdí? Puede. ¿Que no puedo vivir sin? Sí, sí que puedo vivir sin
ti, pero no quiero. “
Vaciló por unos segundos. Su vista se nublaba debido a la
acumulación de lágrimas en sus ojos. No estaba segura si enviarlo o no. Pero
luego pensó que más valía perder el orgullo por la persona a la que amas, que
perder a la persona a la que amas por orgullo. Su dedo se deslizó por la
pantalla de su móvil. Un solo movimiento, miles de sentimientos. Ya le había
enviado varios mensajes de los cuales no obtuvo respuesta alguna. Pero aquel
era diferente. No eran solo palabras vacías y sin sentido; eran palabras llenas
de sentimientos, de dolor, de esperanza, de amor, de desear convertir lo
imposible en posible,… eran palabras llenas para él.
Quizás aquel mensaje no serviría para nada, pero al menos
ella lo intentó. Y ya no podía hacer nada más, puesto que lo había intentado
todo. Había luchado hasta el final, había tocado y sobrepasado el límite. Ahora
todo dependía del destino, de sus ganas de estar juntos, de si realmente le
había importado alguna vez, de que si quería olvidarla o recuperarla, de que
todo esto solo sería un simple recuerdo o una anécdota de superación entre ambos,
de que algún día volviesen a reencontrarse en sus caminos, de que si
verdaderamente se cumplía el dicho de “los polos opuestos se atraen”.
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